Uno de los escultores más singulares del arte argentino, difícil es encontrar semejanzas con otros artistas. Tuvo un lenguaje personal y ha sido uno de los que abordó con mayor originalidad el tema de la conquista del espacio por el hombre. Trajes de astronauta vacíos, hombres enfundados en vestimentas que cuesta discernir si son del pasado, del presente o del futuro. Rostros de robots humanizados, o humanos robotizados. Toda su obra, más allá de evocar aquel momento del año 69 cuando el hombre pisó la Luna, es atemporal y universal.

Uno de los escultores más singulares del arte argentino. Tuvo un lenguaje personal y ha sido uno de los que abordó con mayor originalidad el tema de la conquista del espacio por el hombre.

Rubén Locaso nació en Buenos Aires, el 26 de febrero de 1934, y falleció a los 67 años. Egresó de la Escuela Nacional de Bellas Artes como profesor de Dibujo y
Escultura. A los 29 años de edad recibió los primeros galardones.
Realizó numerosas presentaciones en salones de arte, y muestras colectivas. Además de exponer en nuestro país lo hizo en España, Francia, Italia, Estados Unidos, Austria y
Grecia. Obtuvo todos los grandes premios en nuestro país, incluidos los Premios de Honor de los salones de la ciudad de Buenos Aires (1967), del Salón Nacional (1969), y también de Tucumán (1979) y Santa Fe (1989).
Durante muchos años dictó la cátedra de escultura en la Escuela Prilidiano Pueyrredón. Hablaba poco, enseñaba más con gestos que con palabras.
Iba al taller de fundición, cuidando el detalle de la terminación de sus obras, eligiendo las pátinas y retocando sus obras con pasión y dedicación.

Año: 1983
Técnica: Bronce a la cera perdida
Medidas: 210 x 150 x 90 cm

Otras obras del artista emplazadas en Pinamar: Mano del Destino y El Prisionero – Homenaje a Miguel Angel