Increíble escultor, desgraciadamente poco conocido, Horacio Juárez nació en Córdoba el 7 de febrero de 1901. Su vocación nació de niño. A los 29 años ingresó en la Academia Provincial de Bellas Artes, que poco después le otorgó una beca, con la cual vivió en Europa durante tres años. Allí recorrió ávidamente los museos de España, Francia e Italia. De regreso buscó volcar lo aprendido en un nuevo lenguaje: el suyo propio.

Trabajó con excelencia con los más diversos materiales: cerámica, madera, hierro… Decía: “la oposición del hierro y la madera es la manifestación de una paradoja vital, del hombre que oscila entre la violencia y la poesía, la fuerza y la delicadeza.” Esas cualidades están presentes en sus obras.

Alcanzó su madurez creativa hacia 1944, año en que fue premiado en el Salón Nacional de Bellas Artes. Dueño de una brillante carrera, obtuvo “todos” los premios, incluido el Palanza (el más importante entonces, otorgado por la Academia Nacional de Bellas Artes), en 1952. Fue un gran retratista y realizó también obras monumentales.

Técnica: Bronce a la cera perdida
Medidas: 114 x 30 x 40 cm

Otra obra del autor emplazada en Pinamar: Remordimiento