“Pájaro” Gómez (Raúl Oscar Gómez), nació en 1946 en Buenos Aires, ciudad donde vive y trabaja actualmente, aunque transcurrió muchos años de su vida en Europa. Estudió en la escuela de Bellas Artes Manuel Belgrano y luego en el taller de Antonio Pujía.
Una característica de este artista de vasta trayectoria es el osado ensamble de metales, vidrio, madera, acero, algunas fundidas en bronce. Sus obras armoniosamente integradas, siempre ponen en juego la tensión entre los planos y los materiales, contienen una gran energía, nos sorprenden, nos atraen.
Su integración con el espacio es la clave fundamental y el gran desafío de la escultura. Recibió, entre otros, el Premio Trabuco otorgado por la Academia Nacional de Bellas Artes (1995) por una obra en la que combinaba sutilmente la madera y el metal, y en la que se producían constantes transformaciones a partir del movimiento de las paralelas que se recortaban en el espacio. También recibió el Gran Premio de Honor del Salón Nacional de Artes Plásticas (1994). Sus obras pertenecen a museos y parques escultóricos de nuestro país y del exterior, como los de Pinamar, Resistencia, Bahía Blanca y dos ciudades de Hungría.
Cual barca con sus velas desplegadas o fantástico molino de viento quijotesco, la obra de Pájaro Gómez instalada en la playa de Pinamar, es sin duda una de sus obras máximas.
La misma contiene las características principales de sus esculturas de los últimos años: oscilación, contrapeso, equilibrio inestable, es decir movimiento; y “Dibujando espacios” se enfrenta al ritmo de la naturaleza: con sus fuertes vientos marinos a veces, con la suave brisa otras, y a través de un complejo engranaje cambia de forma y gira sobre su eje señalando la dirección de los vientos.
Cualquiera de sus obras, sin importar el tamaño han nacido para ser monumentales, el incorporar el movimiento como hiciera el recordado Alexander Calder, permite una visión diferente de la obra de acuerdo a lo dispuesto por la naturaleza (el viento).
Para el artista, el lugar elegido -Av. Bunge y Del Mar- hace referencia a los comienzos de la actual pujante ciudad balnearia, a los pioneros que dibujaron espacios y los crearon: sólo tenían ante sus ojos, el mar, las olas y el viento.
La compleja escultura está conformada por dos formas que se desplazan sobre su propio eje a partir de la acción natural del viento que generan nuevas y diversas formas y colores en el espacio. La obra instalada frente al mar impresiona por su tamaño pero a su vez, por su levedad, la tensión y la energía que se desplaza hacia aquel que la observa.
Ha formado parte emblemáticamente del paisaje marítimo y al mismo tiempo expresa la fuerza del viento y del agua, en figuras que se arman y desarman ininterrumpidamente en sus rotaciones cambiantes.
Se ha convertido en un símbolo de la ciudad.
Año: 2007
Técnica: acero inoxidable
Medidas: obra móvil de 7.80m X 2.70m x 9.m de altura
Lugar de emplazamiento: Av. Bunge y Del Mar