Lucio Correa Morales (1852-1923) fue cronológicamente considerado como el primer escultor argentino, el pionero. Surgió en la época en que se fundaban laSociedad Estímulo de Bellas Artes, y en1893 el Ateneo de Buenos Aires, y fue el primer escultor importante que tuvo Argentina. Gracias a una beca otorgada por el presidente Domingo Faustino Sarmiento en 1874 pudo viajar a Florencia, donde estudió en la Real Academia de Bellas Artes hasta 1882.
Expresó el artista sobre el origen de esta obra: “Estaba cierto día con mis hijos, y una india vieja que los miraba largamente con los ojos humedecidos dejó escapar esta frase: ‘Yo también tenía chico, chico lindo; no sé vivo, no sé muerto, no sé dónde…’ La he representado sentada en un resto de pared de adobe, mirando a lo lejos el toldo que no volverá a ver jamás. Sus pequeños se esconden como pájaros asustados y el perro queda para seguir la larga fila de cautivos, como vivo recuerdo del lejano amor que se apagó con su sangre en defensa de la tribu.”
En esta escultura, Correa Morales invierte la figura literaria y romántica de la cautiva, al referirse en este caso no a la mujer blanca prisionera de la barbarie, sino a la mujer india cautiva por la civilización. Realizó numerosos viajes por el interior del país en los cuales se aplicó en la observación y el estudio de criollos e indígenas, tipos humanos de nuestra tierra que inmortalizó en sus más sensibles creaciones.
Año: 1905
Técnica: Bronce a la cera perdida
Medidas: 130 x 100 x 150 cm